Por Víctor Manuel Barceló R.

El proceso electoral de hoy, 15 de octubre, en Tabasco, que renueva poderes ejecutivo y legislativo estatales, se da en medio de una confronta –que resultó transparente y republicana- entre dos fuerzas, hermanadas, en parte, en su ideología virtual y enfrentadas, en la puja por el poder. Priístas y Perredistas, tienen más de una década de pugnar –sin tercero en discordia- por posiciones de elección popular en el Estado. Rasgos de madurez se expresaron, tras resultados preliminares, a niveles de alta política.

Se jugaron, no solo posiciones en disputa, que de ser muy importantes para nosotros, no ocultan características, que extrapolan a lo nacional la contienda. Por razones distintas, para ambos partidos era sustantivo alzarse con este triunfo, no tanto por el número de votantes, como por lo estratégico que en sí, representa la ubicación geográfica del estado, y el impacto en el ánimo de los dos, perdedores en la contienda nacional.

El PRI requería este triunfo, para consolidar su presencia y tarea política de largo aliento en Tabasco, junto a recuperar energías en el ámbito nacional. Lo ocurrido hoy, da nuevo impulso a un empeño, que se realiza a través del Foro de Legisladores –adonde participo activamente- para reincorporarle al partido, principios primordiales que le dieron vida, como creador de la nación que hoy tenemos. Implicará llevar propuestas de modificación a los documentos básicos partidarios, en la Asamblea Extraordinaria, prevista para marzo del 2006, en que cumple un año más como la primera formación política de la Revolución Mexicana.

Solo recuperando su esencia ideológica, impulsora de la Constitución que nos rige, y poniendo al día su relación con pueblos y comunidades –en especial con la juventud y la mujer- esta formación política podrá mantenerse vigente. Uno de los elementos de impacto en la puesta al día del PRI, a nivel nacional, será la intensa relación, que el candidato al gobierno tabasqueño, Andrés Granier Melo -y varios a presidencias municipales- llevaron a cabo durante el proceso electivo, con la sociedad civil, sus organizaciones de base y nuevos agrupamientos sociales, que se constituyen en Tabasco. La relación directa y personal del candidato, con el pueblo, fue factor básico del triunfo. Abrogarse otros estamentos políticos la paternidad, es una falacia abrupta. La circunstancia de relacionarse con estrechez, candidato-población, es inédita al interior del PRI, representa señal inequívoca de renovación, de apertura.

Pudo lograrse por la avidez de pobladores, para acentuar la relación de pares con sus gobiernos, a todos los niveles. El triunfo indiscutible del Candidato –como indican resultados preliminares- le permitirá utilizarle como mecanismo de gobierno. Esta experiencia, en lo local, puede ser punta de lanza para que el Partido –en lo nacional- se ponga a la vanguardia en el cambio, de una democracia representativa -que cada vez muestra más su inoperancia- hacia una democracia participativa, en que las organizaciones sociales, cogobiernen. Respecto al PRD le era vital triunfar en el proceso, no solo por un gobierno estatal más -por el que pugna hace varios lustros- sino también, por repercusiones que tendría nacionalmente el logro de esta gobernatura.

En efecto, tras resultados negativos de la elección presidencial, dicho partido, coalicionado con otros, está conformando un Frente, para unir tendencias, a la izquierda del espectro político. No es definitorio el resultado en Tabasco, para que sigan los esfuerzos hacia una gran izquierda –que buena falta le hace al país como equilibrio a la derecha- regionalmente hubiera representado la consolidación de avances, que recientemente logró en el sureste, en particular en nuestro estado. Lo que más preocupaba de esta confronta, con amplias repercusiones nacionales, se logró: el paso tranquilo, republicano.

Hoy sabemos que la transformación del estado –y de la nación- en una democracia participativa, requiere el concurso de todas las tendencias políticas, conformadas por ciudadanos que se rijan por la fuerza de la ley, que cooperen a encauzar a los gobiernos a una inequívoca rendición de cuentas, para que la transparencia en el uso de los recursos, sea la pauta del crecimiento con bienestar social.

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